Cómo ayudar al joven caído

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Cómo ayudar al joven caído
por Enrique Zapata
Muchos líderes conocen poco la trágica realidad de la juventud; se han expresado públicamente y en privado con actitudes que hacen que el joven nunca se acerque a ellos para confesar y ser restaurado. ¿Cómo ayudar, prácticamente, cuando alguien ya ha caído y necesita ayuda pastoral?

"Estoy embarazada", dijo Susana a su padre, un conocido líder cristiano de su ciudad. También Rodrigo, el presidente de jóvenes de una iglesia importante, se acerca a los ancianos y confiesa llorando que ha caído con una prostituta y que no encuentra alivio ni perdón a su culpa.

¿Cómo podemos ayudar a estos jóvenes que representan, estimadamente, una tercera parte de nuestros jóvenes?

María, con lágrimas, cuenta que su novio y su familia la hicieron abortar cuando descubrieron su embarazo. Ahora, meses después, vive llorando.

Para poder ayudarlos, hay tres partes vitales para entender: 1)- Mi rol como consejero; 2)- Cómo ayudar a la persona a resolver o sobrellevar los resultados del pecado y 3)- Cómo ayudar a la persona a resolver las causas de su pecado. (por qué pecó).

MI CONDUCTA COMO CONSEJERO

Muchos líderes conocen poco la trágica realidad de la juventud; se han expresado públicamente y en privado con actitudes que hacen que el joven nunca se acerque a ellos para confesar y ser restaurado. Como la gente de mala vida no se acercó a los fariseos sino a Jesús, igualmente hay muchos que no se acercan a los "expertos" y "santos" porque sólo encuentran rechazo, condenación y retos. Podemos tomar la posición farisaica de señalarlos y decir que nunca deberían haber caído, pero si bien es verdad no resuelve la realidad.

Si pretendemos que Dios nos use para sanar a los caídos y golpeados, hay ciertas actitudes que debemos cultivar; sólo después de esto veremos frutos permanentes de nuestro trabajo en este tipo de problemas:

Su actitud pública y privada determinará cuántas personas vendrán a usted con estos problemas. Los que han caído se sienten juzgados, culpables, y no están buscando un juez sino un doctor. Buscan compasión, aceite para la herida, no un "palo en la cabeza". No es que esté bien el pecado, la gran mayoría de ellos ya lo saben; no necesitan que otra persona les diga eso sino de alguien a quien ellos puedan confesar su mal y ser guiados a la restauración. Misericordia y compasión necesitan fluir del Espíritu a través de nuestra vida y de nuestras palabras. Eso es fundamental para que la gente se acerque.

Hay que escuchar y preguntar, sin apurar ni avergonzar a la persona que se ha acercado. La mayoría de las personas abren lentamente sus vidas a otros, probando paso por paso si están siendo entendidas y comprendidas. La mayoría de nosotros queremos hablar antes que hemos escuchado toda la historia, y es allí cuando la otra persona se cierra antes de llegar al gran peso de su alma. Evite todo consejo hasta que usted realmente haya comprendido lo que pasó, por qué pasó, cuáles han sido los resultados, qué ha sido hecho y por qué, etc.

Dar tiempo a la persona para lamentar, llorar y expresar su pesar. Es muy importante para la persona expresar su dolor, así como el saber que usted también siente su dolor. Nunca trate de consolarlo en medio de las lágrimas con "clichés" espirituales como: "Todos somos imperfectos", "Todos hemos caído en algo", "Todo va a salir bien", etc. Son los consuelos del necio, el sabio dejará a la persona resolverlo. Observe Santiago 4.9,10: "Afligios, lamentad y llorad; que vuestra risa se tome en llanto y vuestro gozo en tristeza. Humillaos en la presencia del Señor y El os exaltará". La persona que no se lamenta y aflige por su pecado no encontrará el perdón y exaltación del Señor.

Mantener la confianza de la persona. Conozco muchos casos donde un joven ha confesado su pecado a su pastor y después el domingo ha recibido un "palo" a través del sermón. También conozco casos donde la confesión íntima ha sido compartida con otros o con la esposa, y después ha corrido por la congregación. La confianza violada difícilmente se vuelve a ganar. Únicamente debemos compartir información confidencial cuando es vital para la protección de la obra del Señor, y allí sólo con gran cuidado; esto sólo en situación extrema.Hay que reconocer también la gran diferencia entre el caso de un joven que viene a confesar su pecado y buscar la ayuda para salir y el de quien es encontrado en el pecado y no está buscando ayuda. En el primer caso, debo evitar que el pecado trascienda, en el segundo caso necesito seguir las instrucciones de Calatas 6.1 y Mateo 18.

No buscar más detalles de lo necesario en los actos impuros y vergonzosos (Ef. 6.3), porque después es probable que la persona, por vergüenza, huya de usted. Especialmente con una persona del sexo opuesto, en cuyo caso es sabio mandarla a un consejero de su propio sexo. Algunos, por su propia enfermedad, buscan y se deleitan en todos los detalles. Es enfermizo, es pecado y, por lo tanto, hace daño. Sólo debemos escuchar los detalles que la persona necesita y desea contarnos para ayudamos a entenderla.

Asuma con sinceridad y responsabilidad el papel de profeta y sacerdote, cuidando de no mal representar a Dios. (2 Sam. 12.1-13).La responsabilidad del profeta es ayudar a la persona a entender la verdad de Dios aplicada a su situación. Con gran seriedad y sabiduría debemos usar la Palabra para llevar y guiar a la persona a encarar su problema y resolverlo como Dios desea.El rol de sacerdote es el de orar con y por la persona, en la confesión de su pecado y la búsqueda de su restauración. Cuando vemos que la persona realmente ha confesado y se ha arrepentido necesitamos, como Natán, decir: "El Señor ha quitado tu pecado". Sin embargo, hay que hacerlo sólo cuando uno está convencido que delante de Dios es así.He visto nueva vida fluir en una persona cuando, después de la confesión honesta, he dicho a la persona: "El Señor ha quitado tu pecado". La declaración en el nombre de Dios ayuda a la persona a creer a Dios, lo cual es fundamental para gozar lo que el Señor tiene para ella.

El consejero nunca debe olvidar que la gracia de Dios y su Palabra es suficiente para toda situación humana. Hay casos dramáticos, difíciles, en los que fácilmente podemos desesperarnos con el aconsejado, sin saber qué hacer. Sin embargo, hay que creer y dar la esperanza en Dios, de que hay soluciones reales para los dramas más difíciles.

Discernir la responsabilidad de las personas en diferentes situaciones es fundamental para poder ayudarlas a salir. Es muy diferente la responsabilidad ("culpa") de una adolescente de 11 años que fue seducida por un muchacho de 21 años quien, deliberadamente, la condujo al pecado.Hay personas que son, literalmente, víctimas de la maldad de otros; sin embargo, muchas veces ellas se sienten culpables y sucias. La niña de 8 años abusada por su primo mayor o por su padre no es culpable de pecado, es víctima del pecado del otro. En cada caso hay que discernir la responsabilidad de la persona y trabajar a la luz de eso. La chica de 20 años que fue violada volviendo a su casa a la noche por un desconocido no es culpable de pecado, sin embargo en muchas ocasiones es acusada de haber "seguramente. provocado la situación por su vestir o forma de caminar" o algo así. La chica no sólo fue violada sino que después es menospreciada y maltratada por los cristianos super espirituales que tienen una teología cuadrada como los amigos de Job, y que no entienden que el sufrimiento no siempre viene por el pecado. Las víctimas necesitan gran amor y compasión, necesitan que lloremos con ellas, que sintamos su dolor y que juntos tratemos de recrear su confianza en Dios y su identidad como persona de valor (Ver Fui Violada, Apuntes Pastorales Vol. II, n° 4, para ayudar a personas en esta situación).

EL TRABAJO DE ACONSEJAMIENTO

La curación o restauración de estas vidas involucra dos elementos vitales. Pastoralmente, es necesario discernir y trabajar en las dos áreas si vamos a ver vidas sanadas. Las dos áreas son: los resultados del pecado y las causas del mismo. Generalmente encaramos los resultados en relación a Dios, pero descuidamos las causas que llevaron al pecado. Cuando las causas no son resueltas, lo más probable es que el pecado brote otra vez en la misma o en otra forma. Las personas que vienen a nosotros confesando haber caído sexualmente, generalmente desean resolver los resultados; rara vez han discernido las causas. Sin embargo, toda solución necesita resolver estas últimas.

La persona vendrá en una de las tres categorías del diagrama aparte, con algunos de los problemas manifiestos.

RESOLVIENDO LOS RESULTADOS

Los problemas resultantes ayudan al arrepentimiento. Debemos entender claramente dos verdades: a) Todo lo que Dios llama pecado resulta en mal para quien peca; y 2) Los resultados adversos en la vida son una herramienta poderosa de presión para llevar al arrepentimiento y cambio. La mayoría de las personas jamás se arrepentirían de su pecado si no fuera por las consecuencias y aflicciones que sufren por él.Entonces, como siervos del Señor, necesitamos entender cómo el pecado ha hecho "pagar" a la persona, y usar eso para ayudarla a reconocer que ha hecho mal y que nunca más debe volver a repetir ese mal porque paga un salario doloroso. Los consejeros no creyentes en general (y algunos cristianos también) tratan de ayudar a las personas a salvarse de la consecuencia de su pecado, en vez de arrepentirse por él. Las emociones y consecuencias negativas son como la luz roja en el tablero del auto, indicando que algo anda mal, algo que urgentemente necesita ser resuelto. Si el conductor la tapa o la apaga sin resolver el problema es probable que resultará en un desastre. En igual forma, debemos ayudar a las personas a ver "la luz roja" de su culpa y arrepentirse delante de Dios. (Dt.. 28 y Sal. 6.7-9).

El sentido de culpa es una luz roja fuerte. Hay un resultado universal de haber pecado y es la culpa. Algunos tienen relaciones sexuales que nunca terminan en embarazo, ni aborto, ni en enfermedades, sin embargo todos sienten culpa. Es cierto que, con el tiempo, pueden cauterizar su conciencia y no sentir más culpa. En muchas ocasiones con jóvenes que afirman no sentirse culpables sino con placer, les pregunto acerca de las primeras veces y, casi sin excepción, la respuesta es que tuvieron grandes luchas.En nuestra labor, la conciencia es un don de Dios, que facilita a todos el saber que han hecho mal. Como este resultado es el resultado universal, también es el problema universal que tienen que resolver las personas para ser sanadas.

El perdón tiene condiciones. Rodrigo, aquel presidente de la sociedad de jóvenes que había caído, pidió perdón al Señor docenas de veces, sin embargo seguía sintiendo culpa. Es el caso de cientos de creyentes; saben que el Señor perdona, pero ellos no se sienten perdonados. Hay varias razones por las cuales esto ocurre que en cada caso necesitamos identificar:

A. Están lamentando las consecuencias, no el pecado. Han reconocido el mal de las consecuencias pero no el mal de la raíz o el pecado. Algunos eruditos afirman que David tuvo este problema en Salmos 6 y 38, donde él clama al Señor por sus aflicciones, pidiendo ayuda; sin embargo, no es aliviado porque quiere escapar de las consecuencias sin haberse arrepentido de corazón de sus hechos. Recién en Salmos 51 y 32 él confiesa su pecado y sus transgresiones contra el Señor, entonces recibe misericordia y bendición. Sólo cuando las personas reconocen la maldad de su pecado contra Dios pueden esperar el perdón de Dios. Mientras mantienen su orgullo, sus razones y excusas por su pecado, entonces no hay perdón. Hay que llorar el pecado, no sólo por las consecuencias.

B. Dios borra el pecado pero no la memoria. Rodrigo asumió que con el perdón iba a desaparecer la memoria del mal que había hecho. Recién pudo gozarse cuando entendió que Dios deja la memoria, deliberadamente, por dos razones: primero, para que ame mucho al Señor (El que ha sido perdonado mucho ama mucho) y, segundo, para que él no lo repita. Le expliqué que cada vez que viene a su mente el pecado, debe dar gracias a Dios por perdonarlo y limpiarlo, según I Juan 1.9; y como resultado, entonces, debe gozarse en el Señor y su gran amor. El diablo, el acusador de los santos, toma la memoria y la usa para acusar y turbar al creyente. Este debe recordar la verdad de Dios y usar la memoria correctamente. Hoy, cuando Rodrigo piensa en su pecado, siempre se maravilla porque Dios lo ha perdonado y restaurado; el tiene ahora mucho amor para el Señor.

C. Dios perdona y limpia, pero sólo en algunas ocasiones salva a la persona de las consecuencias. David pecó, después se arrepintió y Dios le perdonó; sin embargo, tuvo que pagar las consecuencias de su pecado por toda su vida. No resucitó a su hijo y la profecía de que sus esposas serían poseídas en público se cumplió tal cual. Muchos demandan de Dios un perdón que les libre de las consecuencias. David puedo gozarse en el Señor por el perdón, y la nueva comunión con Dios porque entendió que no merecía ni aun eso. Muchos, en cambio, quieren pecar y salvarse de todo; acusan a Dios y a otros a la hora de pagar las consecuencias de su pecado. Es una falla total de comprensión de la seriedad de Dios y su justicia (Sal. 6.7-8). Cuando un hombre reconoce que su pecado es causa justa para su muerte y separación eterna de Dios, no menosprecia el don de comunión y vida aun cuando tenga que pagar las consecuencias sabiendo que eso es poco ante lo que, realmente, merece.

D. Experimentar el perdón requiere creer las promesas de Dios. Necesitamos ayudar a los caídos a comprender que, tanto el perdón como la limpieza, son una promesa de Dios. El no puede mentir, no hace excepciones, y la persona necesita entender que si confesó. Dios es justo y fiel para perdonar. Nosotros sábenos eso, pero la persona caída necesita que le sea recordado.

E. La primera condición para el perdonar es "Si confesamos". La palabra en el griego implica decir lo mismo o estar de acuerdo. Muchos no experimentan el perdón porque nunca están realmente dispuestos a "decir lo mismo" que dice Dios sobre lo que ha hecho y a "ponerse de acuerdo" acerca de su pecado. Excusan, justifican, blanquean, evitan la humillación de reconocer la seriedad, la maldad y la rebeldía implícita en el pescado. Se han rebelado contra Dios, en hacer lo que ellos quieren. Toda excusa es blasfemia cuando vemos la vida a través de los ojos de Dios. Decir, "no pude hacer otra cosa" es negar que Dios tiene el poder para ayudamos o liberamos de la tentación (I Co. 10.13). "Soy humano, no soy de hierro", es decir que la obra de Dios falló, en vez de reconocer que Dios nos hizo perfectos y que nos hemos desviado (Ec. 7.29).

F. Dios desea perdonar, él se goza en la restauración del arrepentido. El diablo trata de confundir a la gente en este sentido. La parábola del Hijo Pródigo es justa para ilustrar la actitud de Dios hacia el pecador arrepentido que vuelve a casa. Por un lado necesitamos ayudar a la gente a entender qué es arrepentimiento, y por otro, ayudarlos a ver que Dios los esta esperando y desea que vuelvan a El. Con brazos abiertos los recibirá y hará a una celebración. Cuando hay arrepentimiento verdadero necesitamos ayudar a la persona a ver que Dios desea perdonarlo y está celebrando en el cielo su regreso. Lo primero es restablecer la relación correcta con Dios a través de una confesión auténtica, dando como resultado el perdón y la limpieza de toda maldad. Perdóneme colega que sea tan enfático con esto, pero éste es el comienzo de Dios. Recién cuando este paso ha sido logrado será posible encarar los otros problemas y las causas por el pecado.

El temor y la ansiedad por el futuro pueden paralizar la vida del culpable. Son muy comunes entre los que han caído los temores profundos. La mujer teme que el hombre la deje y que nadie quiera casarse con ella si es conocida su caída. El varón cristiano teme ser siempre un ciudadano espiritual de segunda categoría, porque piensa que Dios, si bien lo perdonó, nunca lo bendecirá o usará como a otros. Debemos ayudar a los dos a analizar sus temores y enfrentarlos correctamente.

En el caso de la mujer, su temor a quedarse sin hombre puede expresarse en varias formas incorrectas:

A. Hacer cualquier cosa para no perder a la persona con quien tuvo relaciones. En muchas ocasiones ella vuelve a caer sexualmente, por miedo a que él la deje. Sin embargo, cada vez se siente peor y lo manifiesta en otras formas (discusiones, depresión, agresividad) que favorece, precisamente, lo que ella intenta evitar.

B. Que, deliberadamente, intente quedar embarazada buscando un casamiento rápido. Rara vez esto da resultados favorables.

C. Se retira del contacto con hombres; no desea arriesgar el dolor de enamorarse y luego ser rechazada.

D. Ser seductiva con otros hombres creyendo que, a través del sexo, puede enredarlos.

E. Afectividad desmedida buscando ser amada y aceptada. Muchos hombres mal entienden el afecto y ella termina diciendo: "La única cosa que el hombre busca es el sexo".

En el caso del hombre es común que sus temores resulten en alguna de las siguientes formas:

A. Pasividad espiritual porque, a sus ojos, es descalificado para la bendición o servicio cristiano. El piensa: ¿para qué esforzarme si Dios igualmente me ha rechazado? Se considera como Esaú, especialmente si conocía bien la verdad.

B. Busca chicas de calidad inferior ya que no se siente digno de tener una esposa realmente espiritual y buena. En algunos casos, busca la novia no creyente o chica de mala vida para recibir, a sus ojos, "lo que es su merecer".

C. Inseguridad en las decisiones y la planificación. Ya que ha fracasado, no tiene seguridad en sí mismo ni seguridad en recibir la ayuda del Señor.

• El consejero debe identificar estas expresiones (u otras) de temor y ansiedad resultante de la caída y ayudar a la persona a entender correctamente cómo encararlas. Dios es poderoso para transformar todo mal en bien, cuando ha sido entregado a El en arrepentimiento y fe. Siempre uso la siguiente ilustración. Había una niña de 6 años que vivía en un edificio de departamentos donde también vivía un famoso artista plástico, un gran pintor. La niña estaba enamorada y fascinada con este famoso artista. El, sabiendo esto, le regaló un pañuelo de seda blanca para Navidad. La chica lo usaba todos los días, llevándolo a la escuela con gran orgullo. Un día, en la escuela, salpicó una gota de tinta negra en el pañuelo y lo manchó.

La niña, angustiada, lloraba y lloraba. Después, en la casa, la madre no la podía consolar. Al fin, a la madre se le ocurrió una idea: fue a hablar con el artista y le contó todo; quería darle el dinero para que le comprara otro nuevo y se lo entregara a la niña. El artista le dijo que no, pero le pidió el pañuelo manchado. Más de una hora después, el artista llevó el pañuelo de vuelta a la niña. Cuando ella abrió el pañuelo encontró una hermosa mariposa pintada, con su cuerpo negro, en el medio. El gran artista había tomado la mancha de la niña y, con su creatividad, la había transformado en algo hermoso.

"De igual forma", digo a la persona, "Dios es capaz de transformar aun nuestras peores manchas cuando estamos dispuestos a llevarlas a El y dejar que El aplique su gracia y misericordia en la situación. Podemos llorar nuestras manchas; sin embargo. Dios puede transformarlas en algo hermoso". David también pecó con grave pecado sexual; sin embargo, después de su arrepentimiento, Dios envió, a través de Betsabé, a Salomón (a quien Dios amó, II Sam. 12.24), y a través suyo llega Jesús. ¿No es maravilloso de que Dios mandó a nuestro Salvador al haber transformado aquello que nació pecaminoso? No es que el pecado llega a ser bueno, sino que el poder y la gracia de Dios pueden redimir situaciones.

Los problemas de una pareja aumentan después de la relación sexual prematrimonial. Esta es la tercera gran área de problemas resultante del abuso del sexo, y el consejero deberá ayudar a las personas a enfrentarla. ¿Cuáles son los problemas de pareja más comunes en esta área? Resentimiento de la mujer contra el hombre porque se siente usada y/o su confianza violada; pérdida de respeto de uno para con el otro; vergüenza al querer mantener la parte espiritual de la relación al sentirse culpables e hipócritas; miedo por las posibles consecuencias (embarazo) y miedo de qué va a hacer el otro ahora; tendencia en la pareja a girar alrededor del área física, y otros. Éstos son sólo los más comunes. Cada pareja responde al problema en forma diferente, por la diferencia de su propia historia y las distintas personalidades. En algunas parejas, temporalmente, mejora la relación.

Recuerdo una mujer, hija de pastor, que vino a verme. Sabía que estaba en problemas por lo que hacía pero lo disfrutaba tanto que no podía ver su mal. Venía de un hogar muy rígido, con poco afecto y calor humano. Cuando un muchacho inconverso empezó a invitarla a salir, sus padres se escandalizaron, pero como era mayor de edad no podían detenerla. El muchacho la colmó con muchos regalos, galanterías y abundante cariño; él era experimentado en la parte física y pronto llegaron a las relaciones sexuales. ¡Cómo lo disfrutaba ella!; había encontrado el cariño y el afecto que tanto deseaba. Sin embargo, sólo algunos meses duró esto, hasta que la relación sólo giraba en tomo a lo físico. Terminaron separándose.

En cada caso hay que ayudarles a encarar los problemas que están teniendo, con rectitud y firmeza. Generalmente, el primer paso es pedir perdón al otro por su parte en el pecado y tomar firmemente la decisión de apartarse del pecado. Proverbios 28.13: "Él que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta hallará misericordia". Cuando realmente hay confesión y abandono (fruto del arrepentimiento) la pareja puede ser restaurada y recuperado el respeto. Las parejas que no logran eso generalmente terminan en separación antes del casamiento o, lo que es peor, el divorcio.

Es importante que analicen su situación y cuanto antes. Siempre es difícil no volver a caer una vez que han caído, pero no es imposible. Entonces, cuanto antes puedan casarse mejor (I Co. 7.2-9). Los libros Yo me casé contigo y Yo quise a una chica, de Walter Trobish, pueden ayudar a la pareja en la batalla.

El aborto, un segundo pecado para tapar el primero, trastorna la vida. Como pocas parejas que caen piensan en las consecuencias de las relaciones prematrimoniales, ni consideran tener un aborto. Sin embargo, el profundo daño psicológico que ocurre en la vida de la mujer que ha tenido un aborto es tremendo. María y Juan eran líderes en su grupo de jóvenes. Después de muchos meses de noviazgo comenzaron a tener relaciones sexuales. Un día María descubre que está embarazada. Juan insiste que ella tenga un aborto (supuestamente para cuidar el testimonio delante de los padres de ella que no eran creyentes y sus muchos amigos). Ella, en la confusión y por el miedo que tenía a su padre, al fin aceptó. Cuando ella vino a verme habían pasado ya varios meses de esto; había estado viviendo en una angustia y de presión tremenda. "He matado a mi hijo", lloraba ella. Cada vez que salía y veía un niño o algún bebé se largaba a llorar desconsoladamente. En el ultimo mes no salía más; no podía explicar a los otros lo que realmente le pasaba. Ella odiaba a su novio por "hacerle matar a su hijo". Quedaba encerrada en su cuarto, sus padres estaban preocupados; ella no les podía decir lo que le pasaba. El caso real de María es similar a los otros que han pasado un aborto. Hay veces en que el odio es dirigido hacia los padres que forzaron la práctica del aborto o al médico que la alentó en eso. Después que hablé con ella y la ayudé a encontrar el perdón y paz de Dios, pedí hablar con su novio, Juan. Al comienzo él no quiso, pero al fin vino y dijo que no se sentía nada mal, dado que había sido "necesario" hacerlo. Saqué de mi escritorio una serie de fotos de un embrión humano en su desarrollo, semana por semana. Cuando empezó a ver que era una persona, con manos, dedos, pies, cabeza, se largó a llorar. Lloró largamente. Entendió que había matado a una persona. Recién allí fue posible ayudarlo a arrepentirse de su tremendo pecado. Con lágrimas fue a su novia pidiendo que lo perdonara, reconociendo su culpa y maldad. Gracias a Dios, ahora están casados, con nuevos hijos y avanzando muy bien como pareja.La clave con el aborto es el arrepentimiento genuino, y el pedir perdón a Dios y al otro por el mal hecho. Hay que ayudar a la persona a entender el perdón de Dios y la limpieza de la maldad que él cometió. Muchos sólo quieren confesar a Dios el mal, pero para sanar la herida es necesario que pidan perdón a la otra persona.

Susana sólo tenía 16 años cuando confesó a su padre que estaba embarazada.

Había varias cuestiones que necesitaban ser resueltas: ¿Debe casarse con el muchacho? ¿Debe ser una madre soltera? ¿Debería entregar su hijo a padres que estén buscando adoptar? Cada una de estas preguntas traen muchas otras preguntas y problemas.

A. La madre soltera es una persona que tiene grandes necesidades: espirituales, sicológicas y físicas. La tendencia de los padres, familia e iglesia es menospreciarla, culparla y castigarla espiritual y sicológicamente. La familia siente gran vergüenza y dolor, expresados, muchas veces, en la ira del padre y la depresión en la madre. No queremos blanquear el pecado y no debemos, pero la muchacha necesita compasión y mucha ayuda. El consejero debe ayudar a los padres a resolver y entender el conflicto creado por su hija. Ellos son fundamentales en el proceso de ayuda; ellos también necesitan encarar el drama exitosamente. La madre puede sentirse culpable, que ha fracasado en algo. Hay veces que es cieno y necesitará resolver la culpa de eso. En otras ocasiones no es así, pero lo siente y necesita ayuda para ser objetiva. Hay veces en que ella culpará al padre porque estaba poco en casa o por otras razones. Cualesquiera que sean los conflictos que ella está experimentando, necesitará ayuda para resolverlos.

El padre, especialmente si es un líder cristiano, tiende a reaccionar con ira y empieza a luchar con sus roles en la iglesia y la comunidad. Dentro suyo siente que su hija lo ha hecho fracasar en su vida y ministerio. Su sentido de valor y propósito han sido tocado profundamente, por lo que puede empujar a su hija al aborto para cubrir el problema o a otras soluciones no siempre bien pensadas. El padre puede ser más difícil para ser ayudado pero es importante que el pastor se acerque a él y lo ayude a hablar de la situación.

B. Los problemas del embarazo y sus presiones pueden desviar la atención del consejero en ayudar a la chica a resolver su culpa y restablecer su relación con Dios. Ella necesitará una fe buena y fortalecida para enfrentar el futuro.

C. Un embarazo es un problema del hombre tanto como de la mujer. El consejero necesita trabajar con el hombre o muchacho para ayudarle espiritualmente, como así también para ser responsable de sus actos. En muchas ocasiones el muchacho escapa porque la responsabilidad es puesta sobre la chica por no haber frenado el asunto. Sin embargo, es el hombre, delante de Dios, el responsable.

D. Los estudios demuestran que las madres solteras, especialmente las adolescentes, tienen más problemas con sus embarazos que las otras madres, y que sus bebés nacen con peso más bajo que el promedio del resto. Parte de esto tiene que ver con que ella no recibe la atención médica necesaria (tarda en ir la primera vez y se resiste en ir cuantas veces deba). Generalmente ha leído muy poco acerca del embarazo en comparación con madres casadas, resultando esto en una inadecuada alimentación y estado físico no atendido debidamente. Los problemas emocionales de un embarazo de soltera contribuyen grandemente al resto del problema. Es fundamental que la chica, cuanto antes, reciba atención módica y guía sobre una buena nutrición, el descanso necesario y la tranquilidad para proveer un buen desarrollo del bebé.

E. Las decisiones no deben ser apuradas sino bien pensadas y planificadas. Naturalmente, hay una tendencia de los padres y la familia en querer apurar y forzar decisiones, resultando en mayores problemas después. Es vital ayudar a los padres a entender que si bien pueden guiar a sus hijos en las decisiones, son estos quienes deben tomarlas. Cuando una pareja dice: "nos hicieron casar", el matrimonio tiene una base muy débil. Tiene que estar el compromiso de ellos para hacer que esa pareja, que empezó mal, termine bien. Si la decisión fue entregar el niño en adopción, puede ser traumático para la madre en su futuro, en su madurez.

El consejero, entonces, debe alentar a la pareja a estudiar cuidadosamente las opciones, los beneficios y problemas resultantes a la luz de la Biblia y tomar una decisión que después no lamentarán.

F. El casamiento puede ser la mejor decisión, pero no siempre. Cuando una pareja se casa por mera presión social, rara vez termina bien el matrimonio. Un estudio en los Estados Unidos sacó a la luz que el 90% de las parejas que se casaron por presión terminaron en divorcio.Es importante tomar tiempo con la pareja para entender cómo se relacionan. ¿Hay madurez individual y como pareja? ¿Cuáles son los problemas que no han sido resuellos y en los que se debería trabajar? ¿Hay un compromiso de uno hacia el otro? ¿Se estaba uno aprovechando del otro?Cuando no es propicio casarse en seguida, con una buena guía la pareja puede ser preparada para un matrimonio eficaz. La inversión de tiempo puede resultar en gran bendición para ellos.

G. Todos ellos necesitan mucho apoyo. En vez de cubrir su pecado con otro pecado (y una solución aparentemente fácil: el aborto), ellos escogieron el camino de responsabilidad. Se equivocaron la primera vez, pero no la segunda. Ayudémoslos, entonces, con amor y cariño en el difícil camino que tendrán delante. He encontrado padres e iglesias que hacen muy difícil la supervivencia de las personas e imposible la restauración. En forma inconsciente, los castigan por su caída y se vengan de la vergüenza que les hicieron pasar. No debe ser así.

Jorge, un líder importante en su congregación, iba a casarse con su novia en un año. Una noche cayeron. En esa única noche ella quedó embarazada. Los dos fueron a los ancianos de su iglesia y confesaron su situación. Dos meses después se casaron en la iglesia en un ceremonia hermosa donde, en una forma indirecta y benigna, fue aludido a su confesión y deseo de asumir delante de Dios y la congregación sus responsabilidades. No hubo engaño, ni palos. Por dos años no pudieron asumir ninguna responsabilidad en la iglesia pero sí fueron alentados a congregarse y participar. Hubo mucha ayuda de la iglesia para que pudieran casarse y sobrevivir. Hoy están restablecidos y Dios los está usando grandemente entre jóvenes. Hablan honestamente de lo que les pasó, ayudando a otros a evitarlo.

Es cierto que muchas parejas no muestran arrepentimiento ni buscan ayuda hasta que la situación es insostenible. En cada caso es necesario aplicar el remedio pertinente para traer el arrepentimiento y restauración. Nunca debemos olvidar que el propósito de la disciplina es el de sanar y restaurar.

LAS RAZONES DE LA CAÍDA

Lo último importante es ayudar al caído a resolver la raíz que lo llevó a caer. En muchas ocasiones simplemente han estado de novios demasiado tiempo y poco a poco han ido hacia el sexo. Son humanos y no hay que excavar mucho más sino ayudarles a llegar pronto al casamiento. Sin embargo, no siempre es tan fácil. Marcela se sentía muy insegura. En su casa era la "fea", la que nunca podía hacer las cosas correctamente y la menospreciada por su padre; "Cenicienta",' digamos. Gustavo, un compañero de clase en el colegio, era un muchacho tímido. Sus padres estaban en el proceso de separación. Marcela y Gustavo un día descubrieron que tenían mucho en común. Los dos encontraron en el otro a una persona que le entendía. Pasaban horas hablando y compartiendo. Lógicamente, al fin, se dieron cuenta que habían encontrado a la persona especial, que le apreciaba y amaba. Con el tiempo pasaban más y más tiempo juntos en la casa de Juan ya que los padres trabajaban. Cada vez el afecto físico avanzaba hasta que llegó a sus consecuencias naturales.

Eran dos personas reales, con necesidades reales que encontraron soluciones para sus problemas. Estas soluciones, realmente, no resolvieron los problemas, sin embargo, para ellos sí. Decir a esta pareja que deben cortar la relación, según los padres desean, será resistido por ellos y, casi seguro, resultará en fracaso.

Pastoralmente, tenemos que tomar en cuenta el por qué llegaron esas personas al pecado. Sí, hay veces en que es por rebeldía directa contra Dios, pero en muchas ocasiones hay necesidades que no son satisfechas. Sólo cuando entendemos la dinámica que los lleva al pecado, podremos ayudarlos a resolver las causantes verdaderas. Hay que recordar, también, que en una misma pareja los dos pueden tener causantes muy diferentes. En la página siguiente vemos las causantes y variantes, con un cuadro demostrativo.

PASOS PRÁCTICOS PARA EL CAÍDO:

  • Identificar los problemas reales y resolverlos.
  • Orar, confesar y buscar la obra de Dios en la vida interior.
  • Tomar los pasos santos y responsables necesarios para ganar la batalla. (Pedir perdón a quien sea necesario, reacomodar la vida según el deseo de Dios, casarse si es lo aconsejable, etc.).
  • Luchar la batalla de adicción sexual con un corte de estímulos.
  • Controlar la mente e ingreso de ideas: Decir NO a la pornografía, a la música sensual, la vestimenta indecorosa, las situaciones estimulantes
  • Mantenerse responsable a un amigo espiritual o pastor.
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